#ChicaQueer – Bianka Shigurova

Georgia es un país situado en el límite entre Asia y Europa localizado en la costa del mar Negro, al sur del Cáucaso. Su población total roza los tres millones de habitantes.

Siendo un país extremadamente conservador, convertido al cristianismo alrededor del siglo 4 D.C. llevar adelante un proyecto de vida disidente se convierte en una lucha plagada de peligros, discriminación y violencia. Aún así y todo, Bianka Shigurova, oriunda de Tbilisi, logró trascender esa dura realidad y cumplió su sueño de ser quien deseaba ser.

Tiempo después de iniciada su transición de género, Bianka fue inmortalizada en la película Gospel of Anasyrma. Su belleza andrógina la llevó a incursionar en la escena de la moda berlinesa y también le abrió las puertas a la televisión georgiana, donde se desempeñó como una de las figuras centrales del activismo LGTBI y de derechos humanos de su país.

Su infancia y adolescencia estuvieron marcadas por la dificultad, la incomprensión y el rechazo. Nacida en el seno de una familia trabajadora, Bianka luchó desde muy chica para ser reconocida como una mujer trans. Su familia luchó aun más por aceptarla como era, pero el amor pudo más que el miedo y la vida de Bianka tomó un giro mas positivo gracias a la aceptación de sus padres.

Su carrera como actriz y modelo fue breve, pero tuvo algunos momentos de gloria. La cinta Gospel of Anasyrma fue su gran debut cinematográfico. En esta cinta, Bianka encarnó a Amaia, una mujer trans que vive un apasionado romance con un hombre en un pueblo donde la transfobia y la homofobia son moneda corriente. El rol era sin duda un reflejo de la sociedad georgiana y de lo difícil que puede ser amarse entre medio de la violencia.

George Nebieridze, fotógrafo y compañero de elenco la describe como «una persona joven, inocente, muy emocional y sensible, que a menudo no era consciente del peligro real que la amenazaba – viviendo entre la crueldad y la incomprensión.»

Sobre la filmación de la cinta, Nebierdze agrega: «Fue muy difícil, teniendo en cuenta que veníamos de dos mundos muy diferentes y nuestra comprensión de las cosas era radicalmente distinta. En el rodaje, varias cosas o personas me distrajeron de conocer sus verdaderos sentimientos, pero aún así era muy difícil de ignorar su presencia.»

Poco después del rodaje de Gospel of Anasyrma, Bianka comenzó a involucrarse en el activismo político, abocando contra la violencia LGTBI-fobica, el abuso doméstico y el racismo. Su trabajo para varias ONGs la puso en la mira de fanáticos religiosos y conservadores por igual. En un país donde el 96% de la población profesa la fé de manera casi fanática, las organizaciones que luchan por los derechos de las mujeres, las etnias y la diversidad sexo-genérica son vigiladas muy de cerca. Es por esto que ser activista y tomar una posición publica se convierte en algo riesgoso.

A pesar de que parecía que su vida estaba comenzando a cambiar, Bianka no tuvo la oportunidad de alcanzar el éxito como actriz, ni tampoco el de brillar como activista empujando la rueda del cambio social. Su vida fue truncada bajo circunstancias sospechosas a la corta edad de 22 años. La policía local aún no puede esclarecer si se trata de un homicidio o un suicidio.

La estrella de Bianka ahora brilla por las noches en la pequeña ciudad de Tbilisi. Nosotros la recordamos por su arte, su belleza y su lucha. Porque como dijera Lohana Berkins, en un mundo de gusanos capitalistas, hace falta coraje para ser una mariposa.

 

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